El Zonda volvió a rugir: emociones, respeto y mística en la reapertura del templo sanjuanino

El sonido de los motores volvió a rebotar entre las montañas de Rivadavia. Seis años después, el Autódromo Eduardo Copello “El Zonda” volvió a vibrar con el rugir del TC2000 y del Zonal Cuyano, marcando un regreso histórico para el automovilismo argentino.

La reapertura del circuito más emblemático de San Juan fue mucho más que una fecha deportiva: fue un reencuentro con la historia. En el ciclo “En 4D”, emitido por Canal 4 de San Juan, los protagonistas compartieron lo que significa correr en un trazado donde cada curva impone respeto y cada vuelta se vive con el alma.

El piloto del TC2000 Nicolás Traut describió al Zonda con crudeza y admiración:

“Desafiante es todo el circuito, porque no tiene vías de escape. Si hay una pequeña ida de cola o trompa y el auto se desplaza para afuera, tenés el muro al lado. Hay que tener respeto en todos lados. Un vientito o una tierrita y te cambia todo de una vuelta a otra.”

El múltiple campeón Matías Rossi también dejó su huella:

“Siempre me ha tratado muy bien El Zonda, y está lindo volver a una pista donde te ha ido bien. Sin duda, el ingreso al rulo y la parte del puente son los lugares más lindos de la pista.”

Por su parte, Facundo Aldrighetti explicó dónde se juega el límite:

“Después del puente está el tiempo. Es la parte más desafiante, porque si te vas un poquito afuera del radio, vas directo al paredón. Todo el circuito es muy difícil.”

Los representantes sanjuaninos del Zonal Cuyano también vivieron la jornada con orgullo.
Nicolás Peralta, autor de un podio inolvidable, expresó:

“Todavía no caigo. Es un circuito que hay que tener respeto. Quería ganar, pero entrar en la historia del Zonda en mi primera vez es algo único.”

En la misma línea, Gerardo Reina destacó el valor personal de competir en casa:

“Estar en el Zonda, con la familia, con amigos… poder estar en pista es lo más importante.”

El experimentado Fabián Flaqué, uno de los íconos sanjuaninos del automovilismo, resumió el sentimiento compartido por todos:

“El Zonda tiene esas particularidades, a la gente le gusta mucho la montaña. Yo cuando corro, después me voy al cerro, a la curva Traverso, a mirar. Es un circuito único en el país por donde está y lo que representa.”

El cierre no pudo ser más simbólico: El Zonda volvió a rugir, y San Juan volvió a latir. Cada curva, cada frenaje y cada aplauso recordaron por qué este circuito sigue siendo el templo del automovilismo argentino.

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